Si en esta vida no te encuentro, será en la próxima. Si
sufro por ti, ¿qué pecado habré cometido? Si tu amable sonrisa recompone el
pesar profundo de tu ausencia, será porque ya estuvimos juntos en otro mundo
igual a éste. No tiembla el corazón ante
la muerte, pero se sobrecoge con tu mirada. No es el eco de tu voz lo que me
ahoga, sino la conciencia clarísima de que no la oiré para siempre.
Porque sabes que el tiempo de vuestro amor es limitado.
Porque cortará su hermoso pelo para siempre. Porque su voz no volverá a quebrarse
al pronunciar tu nombre. Porque todo es pasajero y todo vuelve. Porque la vida
no importa y todo es nada. Y amarlo es la única verdad. Abrazarlo, tu única
dicha. Encontrar la muerte, el único consuelo si no te espera.
El honor de amarlo. La luz de tenerlo. La emoción de
abrazarlo. El miedo a perderlo. Amar su
cuerpo, igual al tuyo. Perecer con su mirada. Escribir largas cartas de amor
que él no corresponde. Levantas tu espada
para cortar el aire que lo separa de tu mundo. Y no temes a la muerte, sino al
amanecer. Flor entre rocas.
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