Aliento frío. Bajo la escarcha,
la ausencia se convierte en el palpitante atributo de la vida. Impasible, el
tiempo se detiene un instante en la escueta pureza de la retama. El blanco que
confunde los anhelos se ha transformado en promesa efímera, en inquieto
manantial en el que brota la única verdad constatable. Todo fluye, ni el dolor
ni la alegría consiguen detenernos. Anclados en nuestros pesares, no podemos
renunciar a ser brotes de nuevo. Y al abrirnos al sol tibio de la nueva primavera,
sentiremos el crujir de la escarcha en nuestros corazones, el palpitar antiguo
de una nueva renuncia al largo invierno.
¿Y ese pájaro que canta bajo la
lluvia, qué anuncia? Hoy no quieres escucharlo. Su promesa de vida desata tus
anhelos. Ya no quieres desear. La esperanza es un árbol hueco. En su interior se
seca el musgo de la desazón. Y ese pájaro, bajo la lluvia fina. Su canto, un
jirón de nube.
Por qué no esgrimir de nuevo la
pluma y que la tinta, manantial inquieto, fluya. Ahora que no es necesario
guardar las apariencias, sentado bajo la lluvia fina de una nueva primavera que
quizá sea la última para ti. Tus escritos te libran del desconcierto de seguir
respirando, de la pesadumbre eterna, del dolor de tus manos deformes. Libre por
fin porque nada esperas, tu corazón se adormece con nuevas historias, más tuyas
que nunca porque ya nada importa.
Hoy que estás entre nubes y nieblas,
ResponderEliminarhoy que nadie te ve y nada importa,
el canto de un pájaro o dos,
anuncia la promesa y la alegría
que está por llegar.
Besos
Nubes, nieblas y alegrías siempre compartidas contigo. Besos.
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