No es más que la certidumbre impuesta por la realidad que
arde ahora en tu pecho. El reverso de una hoja escarlata, amarillo ceniciento,
que vuela con la primera ráfaga de este otoño indeciso. Andar el camino. Y en
cada recodo, la luz cegadora de una conjetura, el brillo inquietante de la
verdad que duerme. Qué lacerada herida curará el tiempo que nos viene. Qué
oscura pesadumbre abrigará de nuevo las horas que nos quedan. Miras en el fondo
de un estanque sin fondo. Rueda el recuerdo en el fondo del vaso. Y ya no dudas.
Para que no te olvides de la verdad huidiza, del desamparo,
nacen flores sin nombre.
Sí, allá en el fondo sigue habiendo un camino, que no se
llama esperanza ni deseo, que quizás lleve sólo a otro camino. El bosque de
bambú esconde sombras con nombres. Vienen bajando al son de los tambores. Y de
nada sirve obviar el desenlace. Sabes que la verdad impondrá con un grito
estridente lo que no quieres oír. Y lo perdido -las personas que una vez
quisiste sin decir te quiero- desaparecerá
para siempre. Y quedarás tú: semilla del consuelo.
Para mi es un verso - -las personas que una vez quisiste sin decir te quiero -,, que es como un a flecha.....pero nunca un dolor se puso un disfraz más hermoso
ResponderEliminarGracias por su amable comentario. Saludos.
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