Como las tórtolas que aprovechan una racha veloz de viento para impulsarse y son saetas que cruzan la mañana
augurando la tormenta. Como
las gaviotas que se mecen entre corrientes y por un momento permanecen inmóviles,
sujetas a la nada de un tibio mediodía. Como esa bandada de estorninos que
configura una ola puntillista en el gris
de la tarde pesarosa. O volar contra corriente.
A veces ir en contra es quedarse
parado, inmóvil entre corrientes que intentan sacudirte. Guardar el lastre de un
viejo secreto, porque es ese lastre el que te ayuda a permanecer erguido. Compartir
en silencio lo que sólo dos entienden. Buscar en la mirada del otro el brillo de
lo verdadero, ese que desmiente tus prevenciones contra todo.
No olvidas que una vez fuiste saeta
ligera y veloz en tu paso por el mundo, sin lastres ni ataduras, volando a
favor del viento y sus corrientes. ¿Y ese abrazo encendido que congeló el aire? Ha sido borrado por la lluvia que no cesa, que no cesa.
Qué bien se cumple aquí que belleza y verdad van de la mano.
ResponderEliminar