domingo, 1 de diciembre de 2013

Matsu

Negra sombra del que espera. Bajo tu fronda inquieta se detiene el tiempo, bajo tu verde intenso ha quedado varada la memoria. Sin tu presencia, no hay noche cerrada. Y sin tu rumor de ascuas encendidas, no existe el verano. Pino solitario, rumor de olas, añoranza y rendición. Si alguna vez hubo algo sagrado, salió de la sencilla insolencia de tu tronco, de tu oscuro corazón que palpita con el recuerdo. Todavía.


El que plantaste con tu mano temblorosa ya ha crecido. Y como tú, espera el momento de mostrar su vibrante corazón adormecido en los sonidos apagados de la tarde. De sus ramas inquietas brotan nuevos deseos que el viento se lleva a un lugar desconocido en el que siempre es otoño. Y aunque cae la lluvia, no desespera. Inquieto en su quietud, detiene el tiempo, amortigua la esperanza, aguarda.


Tras la niebla estás tú. Alargas tu mano temblorosa y ruge el viento del recuerdo. Palpitan las ramas de la desolación. Y en el verde apagado de la noche, tiembla tu corazón con el viejo perfume del invierno. Sí, puede que no haya más que sombra bajo tu copa alta. Puede que el  tiempo haya borrado las huellas en la arena. Puede que no haya más que silencio. Pero tú aún oyes temblar la voz de la escarcha, el aliento tibio que derrite el olvido.

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