martes, 25 de octubre de 2011

Otoño

Después de todo, aún hay días en los que siento que le sigo “importando al mundo”, aunque sea a ese pequeño mundo que yo misma he construido, como esos pájaros que adornan sus nidos amontonando trocitos de espejo, cadenas rotas, latillas de refrescos pulimentadas por la lluvia... Así, todo junto, crea la ilusión de joya bruñida  que brilla con el sol de la tarde o la luna pálida del otoño.



Y ese pájaro que anida en el interior de un maniquí roto que en otro tiempo soportó la pesada carga de ser cuerpo. Bajo la nieve, su canto aún recuerda lo que está vivo, y hace daño. O ese otro que rompe las noches del verano con su canto insolente y es canción del recuerdo en cada nuevo otoño.



Sin nadie ver

su esplendor, han caído,

allá en el monte,

hojas de otoño. ¡Cuánto

color tendrá esta noche!

Ki no Tsurayuki traducido por Carlos Rubio





2 comentarios:

  1. No veo quién firma los dos textos en prosa. ¿Son tuyos? ¿De Kawabata o de Kokinwakashu? Me gustan mucho esas imágenes pajareras. Un abrazo.

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  2. Querido Antonio. Todos los textos que aparecen en este blog son míos, excepto los que especifican el nombre del autor, como ocurre con el poema que aquí reproduzco. También son míos los haikus que aparecen sin firmar.
    El primer párrafo suele referirse a una experiencia personal y el segundo, a veces hay también un tercero, suele ser una glosa del primero al hilo de alguna de mis lecturas japonesas. Las etiquetas, por tanto, se refieren al autor de esas lecturas que inspiran los textos, en este caso Kawabata. La etiqueta Kokinwakashu está aquí incluida porque es el nombre de la antología a la que pertenece el poema de esta entrada.
    Espero haberte aclarado algo sobre el funcionamiento de El Japón de los libros. Gracias por tu comentario y un abrazo.

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