
A veces ir en contra es quedarse
parado, inmóvil entre corrientes que intentan sacudirte. Guardar el lastre de un
viejo secreto, porque es ese lastre el que te ayuda a permanecer erguido. Compartir
en silencio lo que sólo dos entienden. Buscar en la mirada del otro el brillo de
lo verdadero, ese que desmiente tus prevenciones contra todo.
No olvidas que una vez fuiste saeta
ligera y veloz en tu paso por el mundo, sin lastres ni ataduras, volando a
favor del viento y sus corrientes. ¿Y ese abrazo encendido que congeló el aire? Ha sido borrado por la lluvia que no cesa, que no cesa.